
El invento perfecto existe, no es la computadora más potente del mercado, ni ningún artilugio de nuestra era tecnológica. Es el libro, una extensión de la memoria y la imaginación humana, está es una idea de Borges y vaya que me encuentro de acuerdo con él. El libro tiene varias facetas, me interesan un par. La accesibilidad que le da al lector de vivir varias vidas, varias experiencias, varias realidades. Y, la potencialidad de ayudarnos a entender un poco mejor, la mísera realidad en la que nos encontramos involuntariamente metidos. (Obviamente hay otras facetas: la recreación, la intelectualidad y el estudio, la capacidad de dotar de materia al espíritu, es decir, hacer arte, entre otras más).
1. Existe una de esas frases prefabricadas y clichés que tanto aborrezco: -la vida solamente es una, hay que vivirla- aludiendo principalmente, a la importancia de vivir la vida bajo las condiciones decididas pero, dicha frase normalmente viene dotada de una buena carga de libertinaje, disfrazado de libertad. Me pregunto yo: ¿ Quién dijo que me voy a conformar con una sola vida? Yo quiero más, algo dentro de mí anhela más. El libro viene aquí a engrosar la situación, dando la oportunidad de vivir más de una vida. Quién no se ha sentido Edmundo Dantes, siendo la mano de la justicia, mientras leía el conde de Montecristo, de Dumas. O entrado en la profundidad de la más pura experiencia humana, encontrando la dualidad bien y mal, que se encuentra en todos nosotros, retratada ingeniosamente por medio del vizconde Medardo de Terralba y sus duales mitades: buena y mala, mientras leemos el vizconde demediado, de Italo Calvino. Yo me he encontrado siendo uno y otro. Bueno y malo cohabitan en mí. O sufriendo en carne viva la desesperación mortal, debida a una mezcla amorfa de los más altos padecimientos mentales, mientras acompañamos a Esther Greenwood, en su caída a la oscura realidad de la enfermedad mental, que experimentan algunos humanos, leyendo la campana de cristal, de la gran Sylvia Plath. O quizá en un lugar opuesto, cuando nos encontramos al loco Calígula. El cual se encuentra en busca de la luna, de esa esencia, que por raro que suene, no es de este mundo, pero que nuestro ser intuye que se encuentra ahí, en alguna parte, escondiéndose voluntariamente de nosotros. Y entonces vemos que el personaje de la obra de Camus, somos cada uno de nosotros, comprendiendo otra forma de afrontar a la locura. Todos somos locos al estilo existencialista. Podría seguir así, dando ejemplos ad infinitum, pero pienso que ya se ha comprendido mi punto. En el libro, experimento vidas múltiples, con los sufrimientos, placeres y circunstancias propios de la vida. Si pudiera, viviría en el libro eternamente.
2. En la cosmogonía de los antiguos existía un sinónimo de sabiduría que para tristeza de todos, pero sobre todo mía, hemos ido perdiendo poco a poco: sabiduría = vejez.
Se tenía una asamblea de ancianos, a los cuales la sociedad consultaba cuando había que realizar prácticas peligrosas o tomar decisiones difíciles que atañían a la tribu. Ellos entendían e identificaban al anciano como: el sabio. Por la simple razón de que ya habían vivido y por ende afrontando, pero sobre todo y más importante aún, sobrevivieron a un sinnúmero de situaciones y circunstancias, condición que les acredita la etiqueta de sabio. La sabiduría bajo esta percepción viene dada después de vivir una vida, entonces, al vivir varias es claro que: el libro trae sabiduría. Existe una sutileza aquí, necesitamos estar en extremo atentos para encontrar dicha sabiduría. Pero sin duda se encuentra ahí.
El libro sin duda nos ayuda a endulzar el amargo néctar al que llamamos vivir. Por medio de todas y cada una de sus facetas, tú: ¿ya te diste cuenta de lo maravilloso que es?.


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